jueves, 16 de julio de 2009

Lenguas y orejas

Para que haya diálogo es necesario que haya lenguas y orejas dispuestas a ejercitarse. Cuando el protagonismo se lo llevan sólo las lenguas, el sabor termina resultando amargo. Difícil es que las orejas apunten bien, así el oído puede captar la integridad de las palabras a las que la lengua de otros, con la inestimable ayuda de las cuerdas vocales, termina de dar forma. Se inició el diálogo político, por primera vez en siete años. Y será necesario mucho ejercicio para que lo que salga de las lenguas participantes, entre en oídos adversarios, mutuamente y, así, se consolide la democracia.

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